09.02.10 HOY.
JUAN LÓPEZ-LAGOSábado once de la mañana, más o menos. Gente saliendo de misa en la Catedral. Señoras elegantísimas acompañados por señores engominados con la ropa recién planchada. Dos niños de punta en blanco saliendo del santo templo, supongo que a jugar que por eso era sábado y hacía un sol espléndido. Zas, se sacan de los bolsillos los envoltorios de varias chucherías que supongo han ingerido durante el sermón y ¡hala! los esparcen por la plaza antes de ir, supongo, que a por más chucherías. Es tan flagrante la escena y ocurre tan próxima a un grupo de jóvenes con la camiseta arrugada que están sentados en las escaleras que éstos le llaman la atención: Chico, si todos hiciéramos esto imagínate cómo estaría Badajoz.
Corte de mangas y hasta otra, es la respuesta desafiante de los chavales, recién bendecidos. Yo, que estoy más cerca en todos los sentidos de aquellos que están fuera de la Catedral que de quienes salen de misa, me acerco y como también he presenciado la escena comentamos que en esto de ser guarros no hay teoría de clases que valga y, por lo que parece, haber comulgado y salir a potrear la ciudad es compatible.
Sé que en las homilías se lanzan muchos mensajes, a veces en forma de parábola, a veces con referencias directas a la realidad. Me pregunto si los sacerdotes no podrían hacer hueco en sus discursos a cuestiones relativas al amor por la ciudad donde viven. Con decir que tirar papeles es pecado basta. Ni siquiera hace falta que lo llamen educación para la ciudadanía.
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