jueves, 26 de agosto de 2010

El Guadiana, pieza del Museo de Ciencia y Tecnología

26.08.2010 - HOY - ALFREDO ÁLVAREZ GARCÍA
SECRETARIO DE LA ASOCIACIÓN 'BENITO MAHEDERO'


PARECE que algo se mueve en torno al Museo Extremeño, Transfronterizo e Iberoamericano de Ciencia y Tecnología (CyT) de Badajoz (habrá que pensar un nombre); despacio, pero se mueve. Ya en una ocasión, en este mismo foro, abogábamos por imaginar vivo este ilusionante proyecto, como si ya se hubiese materializado, presentando «la pieza del mes», igual que se hace en otros museos reales. Pues bien, ésta que hoy proponemos seguramente será la pieza del mes más ambiciosa que vayan a encontrar en catálogo alguno, ya que en realidad es en sí mismo un museo. Estoy hablando del río Guadiana.
Cuando en 2009 nos visitaba el director Técnico de Proyectos de los Museos Científicos Coruñeses (La Coruña tiene poco más de 220.000 habitantes), nos explicaba cómo ellos se pusieron en marcha en 1985, por iniciativa del Ayuntamiento Coruñés, con un museo llamado 'La Casa de las Ciencias', situado en un antiguo Palacete del Parque de Santa Margarita rehabilitado para tales fines (menos de 300 metros cuadrados de planta edificada y unos 1.000 metros cuadrados de superficie de exposición). Muy mal no debió de irles, cuando en 1995 inauguraban el Domus (o 'La Casa del Hombre') en un magnífico edificio de nueva planta con más de 1.500 metros cuadrados de exposición interactiva, y en 1999 inauguraban el Aquarium Finisterrae (o 'La Casa de los Peces'), un oceanográfico que integra el entorno marino de la propia ciudad, y que completa el complejo museístico que hoy se conoce como 'Museos Científicos Coruñeses' (=mc2).
Todo un ejemplo a seguir que me lleva hoy a la propuesta que acabo de lanzarles y que no es la primera vez que lanzo: si ellos tienen su océano, nosotros tenemos un río que es una gloria y que debemos enseñar, como han hecho ellos, y usarlo como pretexto para recuperar otras muchas cosas. Hablo de Ciencia Fluvial (biología, agricultura, piscicultura, ganadería; incluso meteorología) y también de Tecnología Fluvial (presas, puentes, regadíos, molinos; hasta las barcas con las que cruzábamos en los verano de los 60 desde el embarcadero hasta la playa de los Amigos del Guadiana, que en aquella época los tenía, pero debieron de morirse todos de golpe).
Yo puedo, incluso, imaginar galerías acristaladas en el lecho del río, por las que poder cruzar bajo sus aguas limpias e iluminadas, mientras que sobre mi cabeza, o sobre los cantos rodados del lecho, se pasean, indiferentes a nuestra curiosidad, lucios, carpas, truchas, tencas, black-basses, percasoles, barbos, bogas, jarabugos, cangrejos o tortugas. Cualquier especie extremeña de cualquier altura de cualquiera de nuestros ríos.
Ésta es la pieza del mes de mi imaginario Museo de Ciencia y Tecnología. Y no es una entelequia (en el sentido coloquial, quiero decir, porque sí que lo es en términos aristotélicos), ya que en la actualidad casi todo lo que puede imaginarse es posible. Lo ha hecho en La Coruña (220.000 habitantes, repito) un alcalde conocido por Paco Vázquez que no necesitará una avenida para que sus paisanos, y los que no lo son, le recuerden.

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