03.04.11 - HOY - ARACELY R. ROBUSTILLO | BADAJOZ.
Todos se muestran dispuestos a ayudar a sus vecinos en un momento en que las relaciones turísticas y comerciales pueden peligrar.Temor entre los pueblos extremeños de la frontera ante la situación económica de Portugal.
Comparten paisaje, costumbres y clima, aunque una raya, imaginaria para muchos, los parte por la mitad y establece que son dos países distintos: España y Portugal. La historia desmiente en su pasado y su presente esa frontera legal establecida y habla de lazos sociales, comerciales, turísticos y económicos que unen a las poblaciones de ambos lados. Por eso todas y cada una de las localidades rayanas extremeñas que hoy contemplan la encrucijada política y económica en la que se encuentran sus 'vecinos' siguen con preocupación y empatía la posibilidad de un rescate financiero a Portugal por parte de Europa. Reconocen que no pueden evitar tener un refrán en la mente: «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...».
Ramón Díaz Farias, presidente de la Federación de Municipios y Provincias de Extremadura, lo resume en pocas palabras: «A mí me afecta más llevarme bien con el presidente de la cámara de Moura, que está a 15 kilómetros, que tener buenas relaciones con el alcalde de Navalmoral de la Mata». No en vano, todo lo que sucede en el país vecino acaba afectando a los rayanos. «Cualquier medida de ajuste a un lado de la frontera puede repercutir en positivo o en negativo en el otro lado», sostiene Díaz Farias, que es también alcalde de Villanueva del Fresno, una localidad fronteriza del sur de Badajoz.
En Olivenza, uno de los pueblos más cercanos a los portugueses, hasta el punto que todavía hay quien defiende que es luso, su alcalde llama a los vecinos del país de al lado 'hermanos' y por eso, le preocupa su situación. «He tenido la oportunidad de hablar con algunos de sus alcaldes en estos días, porque compartimos el proyecto de las tierras del gran lago de Alqueva, y están sumidos en una gran incertidumbre. En esta iniciativa hay implicadas siete cámaras portuguesas y cinco municipios españoles. A nosotros nos preocupa mucho también. De hecho, estamos en un compás de espera y no sabemos si al final podremos sacarlo adelante o tendremos que pedir una moratoria a Europa. Si se produce un rescate, se van a enfrentar, entre otras cosas, ya que no tienen administración intermedia, a que no van a poder hacer frente a las inversiones previstas», argumenta Manuel Cayado, el alcalde oliventino.
El temor del regidor se extiende a lo largo de toda la frontera. Las relaciones que mantienen los pueblos de ambos lados son diversas y se remontan a años atrás, algunas más que otras. «Ya estamos notando que ha habido un descenso importante en el número de portugueses que nos visitan los fines de semana, por ejemplo», detalla Cayado. En su opinión, había motivos para pensar que algo así podía suceder. «Después de ver los rescates de Grecia e Irlanda era normal 'ponerse en guardia' y saber que podíamos ser víctimas de un retroceso grande, sobre todo en materia de empleo. Los hermanos portugueses estaban expuestos a ello como el resto de Europa, pero además, tienen un problema añadido: sus sueldos son muy bajos. Como rayano me consta que nos va a afectar su precariedad. Ya hay restaurantes que nos están comentando que sus clientes portugueses han disminuido», añade el regidor oliventino.
En otros pueblos de La Raya no tenían tan claro este desenlace. «Para todos fue una sorpresa conocer la crítica situación de nuestros vecinos. Sabíamos que no pasaban por un buen momento, pero de ahí a un rescate financiero por parte de Europa y la dimisión del primer ministro... Fue impactante, la verdad», apunta Mª Antonia Fernández, la alcaldesa de Piedras Albas, una pequeña localidad al norte de la provincia cacereña.
Segura es la localidad portuguesa más próxima. Las separan siete kilómetros. Hace años existía incluso una frontera física, con aduana y policía que controlaba el paso de un lado a otro. El comercio y la gastronomía han sido los dos principales atractivos que han sustentado la relación durante años.
Mª Antonia Fernández reconoce que hay cierto temor a que las cosas se pongan feas. «Hay muchos portugueses que vienen a comprar al pueblo y supongo que se puede notar, pero vamos que los últimos meses ya venían menos porque la crisis no es de ahora, viene de atrás. Supongo que más adelante y dada la situación, se notará mucho más».
Las transacciones comerciales entre extremeños y portugueses remontan muchos años atrás e incluyen una época especialmente emblemática: la del contrabando. «Existió durante años y con la distancia yo creo que se merece un reconocimiento porque supuso el sustento de muchas familias. Las personas mayores del lugar recuerdan muchas anécdotas de aquellos años y por sus voces conocemos la historia de la vida tan dura que les tocó vivir y de cómo se ayudaban mutuamente. «Si no hubiera sido por los portugueses... Dicen siempre y la misma frase, pero al revés, se escucha del otro lado», relata Mª Antonia Fernández.
Desde Badajoz, la ciudad más grande de Extremadura y una de las que más relación comercial tiene con el país vecino, el concejal de relaciones con Portugal, Germán López Iglesias, advierte que «los temas en común que más se van a resentir son las inversiones grandes, tipo la plataforma logística, el AVE... infraestructuras que, de alguna manera, dependen del Estado».
Considera que los pacenses notarán menos los efectos de la situación actual de Portugal en el día a día. «En ese sentido, creo que igual que España está sumergida en una crisis que no se sabe cuanto tiempo durará, Portugal lleva sumergida en una recesión durante más de 10 años. De manera que los pueblos y las ciudades limítrofes con Extremadura están acostumbrados a vivir en dicha situación. Ahora, es posible que hayan empeorado un poco, pero no tanto como para que Badajoz lo perciba en el comercio, en el médico, en la gasolina o en el turismo. Al menos hoy por hoy».
Ramón Díaz Farias refuerza la teoría de que la crisis portuguesa se remonta a años atrás. «Ellos vienen sufriendo ajustes presupuestarios desde antes que nosotros y mucho más drásticos de los que nosotros considerábamos malos. No es que no se pudieran endeudar, es que no podían solicitar ningún tipo de préstamo y por tanto no podían cofinanciar obras en común con los otros pueblos rayanos. Eso ha originado una parálisis total desde hace años. La situación no era buena y los ciudadanos se amoldaban a ella tal y como lo estamos haciendo nosotros. Pero todo lo que ha pasado en las últimas semanas es bastante inesperado», resume.
Estampida de trabajadores
Lo que no temen demasiado es que se produzca una 'estampida' de trabajadores portugueses buscando un empleo mejor pagado a este lado de la frontera. Aseguran que las relaciones, en este sentido, están muy normalizadas.
La alcaldesa de Piedras Albas explica que hay gente de ambos lados trabajando en el contrario y que siempre se ha visto como algo natural. «Por supuesto que estamos dispuestos a echarles una mano en lo que necesiten. De hecho, hay gente que se empadrona en nuestro pueblo y aspira, en igualdad de derechos, a los puestos de trabajo que oferta el Ayuntamiento. De todas formas, nosotros tampoco estamos muy boyantes, así que la situación es similar en ese aspecto. Estamos dispuestos a ayudarlos, aunque reconozco que me preocupa el hecho de que si no tengo bastante trabajo para la gente del pueblo las cosas se pueden poner todavía más complicadas si hay más gente demandando un empleo», confiesa.
En Olivenza también es habitual contratar portugueses para diferentes actividades. «Ahora mismo estamos convirtiendo la calle Caridad en zona peatonal y el pavimento que lleva es calzadinha portuguesa (pequeñas piedras que forman dibujos). Ha habido empresas de construcción oliventina que nos han criticado porque, aunque a ellas también les escasea el trabajo, la empresa que se quedó con el proyecto en subasta pública optó por contratar a profesionales lusos para hacer el trabajo. También hay oliventinos trabajando en el otro lado y no hay ningún tipo de problema. Yo creo que hay un intercambio sano en este sentido», explica.
En Cedillo, un pueblo fronterizo del norte de Cáceres de apenas 500 habitantes, su alcalde, Antonio González, también habla de este trasiego de trabajadores como algo natural, aunque advierte que en su caso no es habitual. «Solo tres o cuatro portugueses vienen a desempeñar tareas del campo que los de nuestro pueblo no querían en grandes fincas. Pero también se da el caso de quienes están casados con una mujer de aquí y que tienen un negocio del otro lado y se desplazan todos los días allí. No intentan buscar ampliar su negocio aquí, supongo que porque ya tienen cubierta su demanda», argumenta.
En cualquier caso, este regidor se muestra convencido de que sus vecinos saldrán adelante. «En las zonas fronterizas, al menos las que yo conozco, siempre hemos sido supervivientes y creo que lo vamos a seguir siendo», argumenta el alcalde de Cedillo.
Germán López Iglesias, por su parte, ve poco probable que los lusos miren a Badajoz como una solución a sus problemas de empleo. «Portugal está mejor que España. No creo que vaya a haber una desbandada para venir a buscar trabajo. Eso sí, lo que es incuestionable es que existe un número elevado de pacenses que trabajan en Portugal y al revés. Eso es algo normalizado y de lo que estamos orgullosos», asegura.
Portugal y Extremadura comparten un gran número convenios en diferentes campos. Así las mujeres lusas dan a luz en el Infanta Cristina de Badajoz. Según Manuel Cayado, los habitantes del país vecino valoran y mucho los servicios españoles. Tanto, que se atreve a decir que «si a muchos les preguntaran ahora si quieren que la península ibérica se una, dirían que sí. Nosotros aprovechamos nuestra inclusión en Europa, mucho mejor de lo que lo hicieron ellos», asegura.
«Más que trabajo, lo que vienen buscando los portugueses en los pueblos del otro lado de La Raya son los servicios, al menos es lo que sucede en Villanueva del Fresno. Tenemos unas 200 personas, entre empadronados y villanovenses que se fueron y se casaron en Portugal y han vuelto, que viven en el pueblo porque valoran mucho su sanidad y su educación, por ejemplo. Nuestros servicios son mucho mejores, para ellos es impensable tener un servicio de urgencias de 24 horas», dice Díaz Farias.
Para bien y para mal los destinos de los habitantes de ambos lados de La Raya están unidos y es momento de demostrar quien está a la altura de las circunstancias
Parar y pensar....
Hace 6 días
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