domingo, 30 de enero de 2011

Badajoz, la ciudad de los aljibes

30.01.11 - HOY - TANIA AGÚNDEZ | BADAJOZ.

En el mundo musulmán, el agua siempre se ha considerado como un elemento divino, el don de la sabiduría, 'don de Allah'. Una denominación majestuosa para un elemento tan simple como necesario para una ciudad. Por eso, una de las grandes preocupaciones del ser humano a lo largo de toda su historia ha sido garantizarse su suministro.
Los aljibes fueron uno de los múltiples sistemas utilizados para asegurar el abastecimiento de este preciado bien. Y Badajoz está plagado de ellos. Pasan desapercibidos. Muchos son invisibles ante los ojos de los vecinos. Pero están ahí, debajo de sus pies. La capital pacense cuenta con un centenar de estos depósitos de agua. O al menos, cien son los aljibes que el Ayuntamiento tiene censados, lo que no quiere decir que no existan más. Porque los hay. En la actualidad se siguen encontrando este tipo de cisternas destinadas al almacenamiento del agua en el momento de rehabilitar o construir nuevas edificaciones.
El origen musulmán de la ciudad tiene mucho que ver con este aspecto. Toda localidad y vivienda árabe, y Badajoz lo era y tenía, contaba con estas estructuras. Cuando su uso era doméstico, se construían en los patios de las casas. Para el uso público, se habilitaban otros de mayor tamaño en los subterráneos de las mezquitas o plazas. Pero estas construcciones no sólo mantuvieron su uso después de la Reconquista, sino que incluso posteriormente se fueron levantando otras nuevas con el mismo fin.
Como ciudad defensiva, escenario de enfrentamientos entre moros y cristianos o entre castellanos y portugueses, Badajoz contó con aljibes hasta que facilitaron el suministro de agua a los vecinos. Su presencia, que fue sin duda numerosa, queda hoy muy reducida. Sin embargo, los que aún se conservan perduran en buen estado, aunque en desuso.
Un buen ejemplo de ello es el depósito del Castillo, situado en la Alcazaba. Es el aljibe más destacable de Badajoz por su importancia y capacidad. El proyecto fue llevado a cabo por la sociedad 'Aguas del Gévora' y se inauguró en el año 1881. Se mantuvo en funcionamiento hasta el año 2004. En estos momentos, el aljibe del Castillo es de propiedad municipal. Aunque no tiene ninguna utilidad, la intención del Consistorio es darle un nuevo uso. «Se debería de aprovechar de alguna manera, o bien por el Ayuntamiento o por otra institución. Es un espacio grande, bonito, curioso pero muy desconocido por los pacenses», explica el concejal de Inspección de Aguas, Alberto Astorga.
Reconoce que está abierto a cualquier propuesta con tal de no dejar que esta construcción caiga en el olvido. «Podríamos aprovecharlo para hacer unos salones oficiales que sirvan para actos y recepciones. El Museo Arqueológico también estaría interesado en este lugar para utilizarlo como almacén o sala de exposiciones».
Pero lograr dar de nuevo vida a este gigante no es fácil. «Existen muchas dificultades. Hay que tener en cuenta que el depósito es subterráneo y que habría que hacer obra para facilitar el acceso, buscar la comunicación entre las dos partes, etc. Pero todo depende de si hay presupuesto. Los tiempos que corren no son los idóneos, pero yo creo que habría que buscarle un uso», indica Astorga.
Pero esta edificación solo es un engranaje más dentro de una gran cadena. Otros ejemplos de aljibes los protagonizan los que se encuentran próximos a la Alcazaba. Los alrededores de este enclave histórico también están llenos de estos depósitos, como el de la ermita del Rosario, el del antiguo cuartel de San Pedro, en la sede del Museo Arqueológico, en la actual biblioteca de Extremadura y facultad de Biblioteconomía o los tres que se sitúan en la iglesia de Santa María de Calatrava, la Casa de la Encomienda y el almacén de Calatrava respectivamente. Existe otro aljibe en el patio del claustro de la Catedral de San Juan. Las Casas Mudéjares, el antiguo convento de Santa Catalina (edificio donde se ubica la actual concejalía de Cultura), el Real Monasterio de Santa Ana, el convento de San Agustín, o el convento de las Descalzas esconden también sus aljibes.
Pero no hay que pasar por alto que el Fuerte de San Cristóbal cuenta con dos depósitos de este tipo y la sede del Museo de la Ciudad con otro. El último que se ha descubierto ha sido hace escasamente unos meses en el edificio que se está restaurando en la Plaza Alta y en el que se instalará la concejalía de Ferias y Fiestas. «Conservaba su brocal, pero como esas casas estuvieron ocupadas, los inquilinos estropearon el aljibe convirtiéndolo en un almacén. Incluso construyeron en una de las paredes unas escaleras. Existían muchas cisternas domésticas. El servicio de abastecimiento de agua pública no llega a Badajoz hasta 1881 y hasta que no se generaliza se siguen utilizando estos aljibes», explica Astorga.
Todos estos espacios engrosan una larga lista en la que no faltan leyendas ni historias. Según señala Astorga, de algunos se cuenta que contenían agua milagrosa y curativa. En cambio, la sombra del terror asola a los aljibes más modernos que, al parecer, sirvieron para llevar a cabo suicidios y ocultar nacimientos de niños indeseados

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