Artículo publicado en Tribunade Opinión del Dirario HOY
Martes 29 de Noviembre de 2011
En estos días los medios de comunicación reflejan una situación política que, frecuentemente, surge como consecuencia de los resultados electorales. Cuando se gana, todo es alegría y aparente tranquilidad, pero cuando se pierde surgen las dudas, aparecen los enfrentamientos y la impaciencia. La exposición, en estas ocasiones, de las ideas y planteamientos diferentes entre los líderes de un mismo partido se presenta como algo negativo, probablemente debido, entre otras cuestiones, al déficit de debate político serio y sereno que tenemos en nuestro país. No debe asustarnos ni intranquilizarnos que las posiciones de militantes destacados de los partidos, o las diferentes corrientes internas, se hagan públicas. Si pedimos participación a la sociedad y decimos que queremos abrir los partidos a los simpatizantes y ciudadanos, ¿por qué evitar que se conozcan con claridad las posiciones de cada uno? Tarde o temprano les volveremos a pedir el voto, por lo que no está mal que sepan, de primera mano, dónde se sitúa cada uno. Cercenar el debate público no ayuda a clarificar las ideas, ni a encontrar las soluciones más válidas.
Los resultados electorales no dejan duda sobre la necesidad de abrir un debate en el PSOE en todos los niveles organizativos: locales, provinciales, regionales y nacionales. Y, no en todos ellos la solución tiene que ser del mismo tipo. No es un problema de solución única. Estas soluciones solo puede venir del análisis sereno y riguroso, de la autocrítica sincera y de planteamientos inteligentes que nos permitan vislumbrar el futuro, con sus luces y con sus sombras.
Al respecto de lo anterior, es evidente que el problema que el PSOE tiene ahora planteado no se va a resolver en dos días. Por cierto, la crisis tampoco. Y por ello, sería fundamental establecer mecanismos de reflexión común, con participación de militantes y simpatizantes que ven con preocupación las consecuencias de las elecciones. Además de asumir la conveniencia de una acción política diferente a la anterior que nos ha llevado a esta situación.
Y es aquí cuando surge con fuerza la palabra ‘renovación’, de la que todos hablamos pero que no acabamos de definir. Cuando acudimos a la RAE y buscamos la acepción de la palabra renovación nos encontramos con diferentes significados. Así, podemos leer: “Hacer como de nuevo algo, o volverlo a su primer estado”, “reemplazar algo”, “Sustituir una cosa vieja, o que ya ha servido, por otra nueva de la misma clase”.
Como vemos son significados, aparentemente diferentes, que conjugan la importancia de lo anterior con la necesidad de algo nuevo que sirva para el futuro. Por lo tanto no es una ruptura pues sugiere que debe existir una continuidad (“volver a su primer estado”) aunque habla de formas nuevas que permitan sustituir “una cosa vieja” por otra de “la misma clase”.
Consecuentemente, se nos plantean nuevos dilemas que deberemos resolver si queremos partir de esquemas claros en el debate iniciado. ¿Qué es aquello que debemos volver a su primer estado? ¿Qué debemos conservar? ¿Qué debemos sustituir? ¿Qué ideas podemos conservar o poner en valor? ¿Cómo podremos incardinar el partido con esta nueva sociedad? ¿Cualquier demanda social tiene que tener cabida en nuestro proyecto?
Y, en medio de todas estas dudas, podemos asumir una premisa: Es necesario una renovación en la acción política, sin renunciar a los principios básicos que siempre se han valorado desde la izquierda como son la solidaridad, la lucha por la justicia social, por la libertad sin adjetivos, por la igualdad de oportunidades y universalidad de los servicios, entre otros.
Y, también, decantarnos por eliminar las formas acomodaticias que se han instalado en la acción política y que han sido denunciadas con tanta claridad por el movimiento del 15 M. Algunos de los cuales fueron recogidos en el artículo “es deseable otra forma de hacer política” publicado en este mismo diario el pasado 12 de octubre http://lorenzojblanco.blogspot.com/2011/10/es-deseable-otra-forma-de-hacer.html
En esta situación de cambio es más fácil asimilar lo primero ya que, al fin y al cabo, los principios se mueven dentro del mundo de las ideas y no es difícil encontrar quienes se sitúan de palabra en posiciones diferentes a las que realmente asumen, si eso garantiza un cierto estatus. Pero los principios ideológicos es algo que debe caracterizar la acción política, sobre todo en aquellos que ocupan cargos institucionales y/o orgánicos. Y son los que debieran fundamentar las decisiones a tomar. Sin ideología es muy difícil una acción política ilusionante desde la izquierda.
En cambio, es más difícil modificar usos y costumbres, que nos han generado muchas críticas acertadas, por cuanto significa renunciar a ciertos personalismos y ventajas personales que llevarían, en bastantes situaciones, a modificar ciertos estatus económicos y sociales. También, es verdad que ahora en las épocas bajas muchos de estos de alejan, y por el contrario se incorporan al trabajo político numerosas personas situadas ideológicamente en nuestro entorno y con ganas de trabajar.
Es un momento de crisis en el doble sentido de dificultad y cambio. No es la primera ni será la última vez que la izquierda, en general, y el PSOE, en particular, viven una situación como esta. Debatiremos, participaremos y, conjuntamente, con la sociedad que quiera acompañarnos realizaremos propuestas para construir un futuro más justo para todos.
Lorenzo J. Blanco Nieto
Militante del PSOE
Catedrático de La Universidad de Extremadura
Parar y pensar....
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