— Ignacio Escolar
El paso siguiente a que la deuda soberana de un país sea tachada como bono basura es que sus ciudadanos se conviertan también en basura, y pasen al vertedero. O a la incineradora. Las consecuencias de las notas que ponen en sus exámenes las agencias de calificación, su capacidad para crear profecías autocumplidas, son tan graves que no deberían quedar impunes. No son errores, son abusos. Las agencias de calificación repartieron sobresalientes a Lehman Brothers, a los bonos Madoff o a Enron hasta apenas unas horas antes de que quebrasen. Para hablar de pifia, y no de estafa, hay que confiar mucho en la buena voluntad de unas entidades evaluadoras supuestamente independientes, pero que se financian cobrando a los propios evaluados. De creer en la bondad de este curioso modelo, que tantas veces ha fracasado, estaríamos ante el primer negocio conocido donde no siempre se cumplen dos máximas capitalistas: “Quien paga, manda” y “el cliente siempre tiene la razón”.
Lehman pagaba, como Enron. Y al igual que antes fue un gran negocio mirar hacia otro lado cuando todos los bancos de inversión se iban a pique, hoy está siendo un negocio aún mejor incendiar la zona euro para lucrarse después con los disparatados intereses que se ven forzados a pagar para financiarse los ciudadanos lanzados al vertedero. Por eso está muy bien que al fin Europa levante la voz contra estos abusos, que ya están en los tribunales. Aunque, para ser más prácticos, estaría aún mejor que el Banco Central Europeo y las instituciones de la UE dictaran normas que recortasen el poder que ellos mismos dan a estas arbitrarias calificaciones. Está en su mano acabar con este oligopolio para que estas agencias dejen de ser jueces, además de parte.
Parar y pensar....
Hace 6 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario