domingo, 10 de julio de 2011

La artesanía sobrevive en el Casco Antiguo

10.07.11 - HOY - TANIA AGÚNDEZ | BADAJOZ.

Establecimientos tradicionales y de nueva creación subsisten a pesar de la crisis y la proliferación de tiendas y centros comerciales
Estos negocios conviven en el centro de la ciudad con comercios y bares
Aunque la zona centro ha cambiado mucho en los últimos años, aún existen talleres de artesanía
Según los artesanos, el secreto para sobrellevar la situación es dedicar mucho esfuerzo y trabajo

En el Casco Antiguo se respira arte, trabajo y tradición. Espacio bohemio por excelencia en Badajoz, las calles de este barrio logran mantener no solo las señas históricas de la ciudad, sino también las huellas artísticas y culturales que nacen de quienes trabajan con las manos. Hace unos años esta zona era el punto neurálgico en el que se cruzaban establecimientos artesanos, tiendas de comestibles y comercios de textil y calzado. Hoy la radiografía de este barrio ha cambiado considerablemente, pero mantiene su esencia.

Actualmente en este espacio conviven tiendas, bares, restaurantes, discotecas y algunos negocios de artesanía. De estos últimos ya quedan pocos, pero sobreviven. Algunos arrastran una larga trayectoria y otros comienzan a dar sus primeros pasos ante un panorama asolado por la crisis y la incertidumbre. La recompensa: dedicarse a lo que más les gusta.

Es el caso de Fernando Gastón, José Manuel García y Peter Thomas Kampfl. Sus vidas están unidas a una cestería, una vidriería y un taller de forja respectivamente. Estos establecimientos, además de ofrecer artículos hechos a mano, tienen otro nexo en común: todos están ubicados en el Casco Antiguo.

Para los artistas escoger esta zona sometida a una evolución constante tiene sus pros y sus contras. La principal ventaja es que el centro de la ciudad es el lugar de encuentro de los ciudadanos. El sitio al que regresa todo pacense. José Manuel García, que ha abierto su establecimiento recientemente, es consciente de ello. «Todo el mundo pasa por aquí. Y a cualquier persona, sea de donde sea, le dices que la tienda está en la calle San Juan, en el Casco Antiguo, y rápidamente la ubica. Estoy encantado», explica. «Es un orgullo tener la tienda en el Casco Antiguo. Hay mucha gente de fuera que solo viene para visitar la cestería y comprar nuestros productos. La zona ha evolucionado mucho durante los últimos años. Ahora hay más bares y locales de copas, lo que atrae a más gente, pero los que vienen es para tomar las cañas a eso de las 14 horas o por la noche. En ambos casos los comercios están cerrados», apunta Gastón, que está al frente de un negocio que lleva en marcha desde el año 1875.

Con él coincide Thomas. «Cada vez hay menos comercios y más bares, la mayoría para ocio nocturno. Esto hace que haya menos movimiento comercial por el Casco Antiguo, lo que implica que existan menos clientes potenciales», destaca.

Artesanos quedan pocos y en las grandes ciudades son una auténtica especie en extinción. Sin embargo, los que aún resisten a la presión de la industria manufacturera, de la situación económica y a la proliferación de las grandes superficies son mimados por los pacenses. El camino del artista nunca ha sido fácil y en estos instantes parece que esta condición no va a cambiar.

«La crisis afecta a los comercios más grandes y a las grandes cadenas, y a nosotros mucho más», asegura Gastón. «Vivir del arte siempre ha sido complicado, en los dos últimos años aún más porque se notan los efectos de la crisis. Es difícil conseguir clientes que quieran gastar dinero en un artículo de lujo por capricho», manifiesta el encargado de Vidrioart. El secreto de estos artesanos para sobrellevar la situación es bien sencillo: trabajo y esfuerzo. «Es inevitable que las circunstancias afecten al negocio, pero para salir adelante es necesario moverse y si los clientes no vienen, hay que ir a buscarlos. Yo no paro de mandar cartas y hacer presentaciones», indica Thomas. «Se avecinan años muy difíciles, la única salida que veo es trabajar mucho, echando muchas horas. Es la única manera de mantener vivo el negocio», agrega el responsable de la cestería.

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