La Económica tiene un anteproyecto que recoge varias propuestas para desarrollar la iniciativa
Después de que este documento sea estudiado por dicha institución, se presentará ante los responsables de las administraciones
25.07.11 - HOY - TANIA AGÚNDEZEl Museo de la Ciencia va dejando de ser una idea para convertirse en una realidad. La iniciativa va tomando forma y se va cristalizando. Aunque pequeño, cada día se produce un avance. El último tiene que ver con la finalización de un primer borrador pagado por Caja Badajoz que recoge varias propuestas para desarrollar el proyecto. El documento se lleva elaborando desde mediados de febrero y desde la semana pasada se encuentra en manos de los miembros de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País (RSEEAP), institución que está promoviendo este centro.
Ahora, a los propulsores les queda una ardua tarea por delante: tienen todo el verano para analizar y estudiar el escrito. Su objetivo es evaluar a fondo este anteproyecto para poder presentar un documento final a los representantes de las instituciones que en su día manifestaron su apoyo: la Junta, el Ayuntamiento de Badajoz, la Diputación pacense y la Universidad de Extremadura. «Esperamos que se mantenga el acuerdo a pesar de los cambios políticos que se han producido, porque todas las instituciones y fuerzas políticas, que son quienes en última instancia tienen que asumir que se lleve a cabo, son conscientes de la necesidad de contar con un Museo de la Ciencia», explica Lorenzo Blanco, profesor de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Extremadura y uno de los impulsores de esta idea.
Aunque aún no hay nada seguro, ya que las administraciones tienen que dar el visto bueno al trabajo y mostrar su compromiso para financiar el desarrollo de la iniciativa, desde la Económica prevén que a finales del mes de septiembre puedan dar a conocer un borrador definitivo y a partir de ahí definir al menos un calendario de actuación en el que se recoja cómo y cuándo abordar el proyecto.
«Sabemos que son tiempos difíciles y que es complicado sacar adelante la realización de cualquier proyecto, pero confiamos en que antes o después se ejecute», indica Blanco.
Contenido
Este anteproyecto expone en líneas generales cómo debe de ser ese espacio científico-tecnológico, las características que deben distinguirlo de los demás centros de este tipo, cómo debe estar gestionado o las posibles ubicaciones.
«Ofrece varias propuestas y diferentes posibilidades. No estamos cerrados a realizar modificaciones. Pensamos que lo ideal es que se consiguiera diseñar un proyecto final que lograse el acuerdo de todas las instituciones. Es una iniciativa muy positiva para la ciudad desde el punto de vista científico y cultural. Estamos ilusionados, creemos que es posible. Confiamos en que salga adelante», agrega.
El ambicioso concepto que queda plasmado en este proyecto acaricia la idea de convertir a Badajoz en un territorio para la ciencia. Hacer de la capital pacense un espacio en el que se respire, se viva y se comprenda la ciencia. Que la ciudad se convierta en un punto de encuentro entre la sociedad y la ciencia. Proponen que no solo exista un edifico para el museo, sino que el contenido que éste pueda albergar se integre en la ciudad, conviva con los ciudadanos. «Concebimos el museo como algo abierto a la ciudad, tanto a nivel físico como virtual. Que sea una continuidad de la ciencia en Badajoz», concreta Blanco.
También se señala como imprescindible que el museo tenga una estructura dinámica. Es importante que tanto el contenido como la plataforma que se utilice para mostrarlo tengan un carácter interactivo. «No queremos que sea estático, sino que provoque la reacción inmediata del visitante así como que le genere el deseo de continuar recorriendo la ciudad y volver».
Esta acción también implica que el museo se vaya adaptando a las necesidades del momento y que vaya evolucionando en la misma dirección en la que lo hace la ciencia. «El museo tiene que estar preparado para ir adaptándose a toda la evolución y cambios de la ciencia. Además, debe de proporcionar respuestas a los problemas que van surgiendo. Si ahora nos preocupan los terremotos, tsunamis y el cambio climático, el museo debe ser capaz de cubrir la demanda de la sociedad», apunta.
Por otro lado, señala Blanco que tendría como eje lo local, tratando temas que preocupen o interesen especialmente en Extremadura. Algunos elementos diferenciales a tratar podrían ser el agua, la naturaleza, la ganadería y la agricultura así como las energías renovables.
«Hay que pensar en qué aporta la región a la ciencia. Así, el Museo de la Ciencia también podría funcionar como un centro de coordinación y dinamizador de parques científicos y otros espacios de investigación así como divulgador de todo el patrimonio científico y tecnológico que pueda haber en Extremadura y que lo proyecte al entorno más próximo», destaca.
En cuanto a la gestión del museo caben varias posibilidades. Que funcione como fundación o consorcio son algunas de ellas. Para la ubicación también se barajan distintas opciones. «Aunque es especialmente atractiva la idea de que el museo se instale en antigua central hidroeléctrica de La Pesquera, también se apuntan otras propuestas como el cuartel de Sancha Brava, algún edificio nuevo en la margen del río Guadiana o incluso se ha sugerido la idea de instalarlo en el edificio que queda libre de Caja Badajoz. Aún no hay nada concreto. Existe la posibilidad de abordar una nueva construcción, una remodelación de un edificio existente o la sugerencia de contar con pequeños centros interconectados», afirma.
Blanco recuerda que el suroeste peninsular no cuenta con ningún espacio de este tipo. «Este proyecto cubre un vacío importante. En Badajoz, el Museo de la Ciencia podría registrar del orden de 200.000 visitantes al año siendo el más visitado de Extremadura, por la población que atrae. No hay que olvidar que esto dinamizaría la actividad económica de la ciudad y el turismo. Badajoz tiene poco atractivo para que el turista, y esta es una buena manera de atraerlo», asevera.
Todo esto lograría convertir al museo en un referente transfronterizo, tanto para el país luso como para el mundo latinoamericano.
Aunque el objetivo último es aproximar la ciencia al ciudadano y que se convierta en algo cercano a la población, para Blanco arrastra otras ventajas. «El fin es que la ciencia no se perciba como algo ajeno, sino que los usuarios se sientan identificados y la comprendan. Pero hay que plantearlo como una inversión que produce beneficio. No solo estamos hablando de una cuestión cultural, científica o de enseñanza, sino de un bien económico», concluye.
«El fin es que la ciencia no se perciba como algo ajeno, sino que los usuarios se sientan identificados y la comprendan. Hay que plantearlo como una inversión que produce beneficio. No solo es una cuestión cultural, científica o de enseñanza»