sábado, 28 de mayo de 2011

«El que canta bien por soleá, canta bien por todos los palos»

Domingo Rodríguez 'El Madalena' Cantaor
28.05.11 – HOY - Mª ISABEL RODRÍGUEZ PALOP

http://www.hoy.es/v/20110528/sociedad/canta-bien-solea-canta-20110528.html

«Estamos volviendo a la represión antigua. Antes con mi padre veía los carteles de prohibido el cante, en los 60, en las tabernas de la Plaza Alta y ahora mira, aquí en La Casona Baja...» Y efectivamente podemos leer justo detrás de la barra: 'En este establecimiento está prohibido cantar, tocar las palmas o cualquier instrumento musical'. «Fíjate, encima, frente a la escultura del Porrina».
Quien habla no es un aficionado, es un gran cantaor. Uno de los guardianes de nuestro arte. Domingo Rodríguez 'El Madalena'. «Y fíjate, un establecimiento que está apostando por el flamenco como es La Casona Alta», apostilla. Damos un paseo por el Casco Antiguo con Domingo. Por la Plaza Alta, 'El Madalena' se mueve como pez en el agua. Se para, saluda, llama la atención a alguno que se le acerca «Antonio, ¿otra vez? ¡Que luego te coges unos pedales que dan miedo!». Parece un candidato político. «Mira, María Isabel, allí estaba el bar Gasógeno». Habla del bar donde se reunía con los amigos de niño para tomar un vino dulce y una tapa de morcilla mondonga a una peseta, en la esquina del rastro.


-Usted es payo pero criado entre gitanos...
-Yo no soy gitano pero no me importaría serlo.
¿Usted les entiende?
Sí, y ellos a mí. A la Bienal de Sevilla fuimos dos grupos y yo fui con los gitanos. Yo estoy muy conforme con ser payo, pero no veo la diferencia con los gitanos. Cada uno es como es y ya está. Antiguamente, hace 50 años más o menos, donde yo crecía, donde viví, en la Plaza Alta había cinco familias de gitanos. Ahora hay siete mil. Los muchachos jugábamos juntos al balón, cantábamos juntos, las casas estaban siempre abiertas. Nosotros teníamos un negocio de gallinas, de magdalenas...
-¿De ahí el nombre?
-Bueno el nombre me lo pusieron en la casa de discos cuando me preguntaron, ¿y usted como se llama?, yo: Domingo Rodríguez. 'Ah, pues ese nombre no...'. Alejandro Vega propuso el nombre y ese se me ha quedado.
-¿Cómo recuerda sus comienzos?, ¿la vida de la época?
-Era un vida muy bonita, muy sana. Yo con diez años, en el año 1957 ganaba diez duros en la cafetería donde trabajaba, no había cumplido los once, y con ese dinero jugábamos todos... Los gitanos con sus limitaciones económicas... Nos juntábamos 'El Payo Boqui', (porque tenía la boca muy grande) que en aquella época estaba de botones en la aseguradora 'La Estrella' y yo. Éramos los dos que teníamos cinco duros. Por esa fecha nos esperaban en los escalones de la Iglesia de La Concepción -sobre todo en verano, porque estaba muy fresquito- todos los gitanitos. En la esquina del Rastro había un buzón de correos que tenía una sonoridad tremenda. 'El Tuertino', un gitano que tenía un gran sentido del ritmo era el que lo tocaba. No teníamos ni guitarra ni nada, y de ahí a 'El Gasógeno'. Nos liábamos al mediodía pero poco tiempo porque tenía que trabajar y echar una mano en mi casa con el horno. El mayor en la panadería, otro hermano frente a la Calle Zapatería vendiendo magdalenas, chicharrones, perrunillas..., mi madre vendía fruta, caza, pollos de campo..., ¡se vendían hasta los peces del Guadiana en la Calle Zapatería!. Había mucha gente que se dedicaba a eso. Venía una mujer con un duro en papel, y se llevaba cinco kilos de peces porque aunque no te los comieras hacían una buena sopa.
-Hay gente que piensa que en la Plaza Alta se cantaba flamenco pero no es del todo cierto, ¿lo recuerda usted así?
-Yo vivía en la Plaza Alta, y que yo recuerde había cuatro tabernas, y en todas había 'Prohibido el cante' menos en una que él dueño no quería, pero no tenía el cartel.
-Pero, ¿por qué?
-Porque el flamenco estaba muy mal visto en aquella época. Era de gente de 'malvivir', de gitanos, maleantes; ahora, como se ha demostrado que es una cultura, la historia ha cambiado. Y fíjate si es cultura que ya es oficialmente Patrimonio de la Humanidad, aunque ya lo era, porque en Japón hay más academias que en toda España, en Francia, en EEUU..., pero todo lo que sea un reconocimiento bienvenido sea.
-¿Cómo se siente tras el éxito del espectáculo 'Jaleos y Tangos' en Casa Patas en Madrid?
-'Casa Patas' es el templo del flamenco de Madrid. Hemos recibido muy buenas críticas, la acogida ha sido extraordinaria. La gente, y todos los artistas que pasaron, nos dijeron que no estaban acostumbrados a ver esa pureza. Yo les decía que no era mérito que eso lo llevamos haciendo toda la vida. Eso sí, cuando va un grupo hay marcadas unas pautas, con cuatro guitarras se hace más complicado (Miguel y Juan Vargas van de cabeceras) y las otras dos son 'El Nene' y David.
-¿Hay más problemas a la hora de improvisar?
-No, no necesariamente. Cada uno improvisaba según le convenía, pero sí hay unos parámetros. Hoy hace uno una variación, otro día otro, pero hay que hacerlo en su momento. Cuando vas solo, lo haces a tu libre albedrío.
-¿Sabe? Me llama la atención el cariño y mimo con el que pone en orden sus recuerdos...
-Sí.., yo me vine de Madrid antes de que creciera mi primera hija, porque yo echaba de menos mi tierra. Me vine un año de vacaciones en agosto y no me volví. Recuerdo que con doce años ganaba dos veces más que mi padre en el ayuntamiento. Había días que me llevaba 20 duros en propinas. En la cafetería 'La Marina' se jugaba al dominó, a las cartas, y yo compraba las barajas de segunda mano a 11 pesetas, y luego las vendía a 18. Se negociaba con todo. Era el instinto de supervivencia.
-¿Y qué le parece la crisis que estamos viviendo, las necesidades que se están pasando?
-Se vive mejor que nunca. Con 20 años era un trabajador y ahora tengo apartamento en la playa, casa en el campo, un Mercedes que antes era impensable.. Decía mi madre que era la mejor del mundo, que antes las puertas estaban siempre abiertas, y ahora..., y yo le decía: madre, ¿y antes que se iban a llevar si no teníamos nada?, las sillas, la mesa, un aparatito de radio... Hoy se vive mejor que nunca...
-Los gitanos que entrevisto siempre me dicen que nadie puede cantar los jaleos como ellos, ¿usted opina lo mismo?
-Solo lo podemos hacer nosotros porque los demás no lo han mamado. Hay que beber en la fuente. Algunas cantaoras se han hecho cantaoras de mayor y en la Cristina Heeren.. En el flamenco el 60% es garganta y el 40%, corazón, y si éste no funciona, no funciona nada. Hasta el propio Ramón El Portugués o El Guadiana se pierden en los tangos, en el soniquete, porque pierden el contacto con Badajoz, con la raíz que son los gitanos de Badajoz.
-Y de esos gitanos, ¿existe relevo?
-Ahí está el problema. El otro día vi a una señora cantando cerca de Quintana que me sorprendió mucho. Otro joven, Paulo Molina cuando se serene... No puede ir por delante de los tiempos, no puede sacar el flamenco del contexto porque tiene una medida. Puedes ponerle tu pellizco, tu impronta... Paulo cuando se asiente puede ser un buen cantaor. De todas formas, La Kaíta por ejemplo, es joven y aún da tiempo de que salga alguien nuevo. Porque aquí los cantes autóctonos y los estilos personales alguna vez en general y los flamencos en particular tenemos que valorarlos en su justa medida. Lo que ha hecho Paco Zambrano es increíble, porque hasta que no llegó él en los 70, los flamencos decían que los cantes no existían, que si eran unos tanguillos que se cantaban en los corrillos. Si tuvieran que homologar ahora nuestros cantes, no los homologaban en ninguna parte tal y como está Andalucía con el flamenco..

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