Con sólo dieciocho años, además de pertenecer a la UGT, ya formaba parte de la dirección de la agrupación local de las Juventudes Socialistas pacenses, de las que llegó a ser secretario general en 1933 y, posteriormente, en 1936 secretario de Administración Provincial de las Juventudes Socialistas Unificadas.
Resistente en Badajoz, al caer la ciudad en manos de las columnas dirigidas por Yagüe, consiguió atravesar las líneas enemigas, huir en dirección a Olivenza y, posteriormente, llegar a Castuera, donde ocupó la Consejería de Instrucción Pública del Consejo Provincial. Durante los años del conflicto bélico luchó enrolado en el primer Batallón de la 91 Brigada (Córdoba-Extremadura), en la 16 Brigada Mixta (frente de Toledo) y en la 47 Brigada Mixta (Seo de Urgel).
Al concluir la Guerra Civil fue apresado en Alicante por tropas italianas de la División Vittorio y trasladado al campo de concentración de Albatera, tras un breve paso de tres días por el campo de Los Almendros. Junto a otros nueve compañeros fue trasladado a Badajoz, su ciudad natal, en la que fue juzgado y condenado a muerte por un delito de 'adhesión a la rebelión', pena que le fue conmutada por la de treinta años de prisión mayor, pero que no impidió una larga odisea por las cárceles de Badajoz, Barcelona, Palma de Mallorca, Ibiza, Mataró y Talavera de la Reina, hasta que en 1944 obtuvo la libertad vigilada. Una vez libre, se incorporó, en la clandestinidad, a la organización socialista, formando parte de las ejecutivas del PSOE y de las Juventudes Socialistas, por lo que fue detenido, de nuevo, en 1945 y condenado a tres años de cárcel. En esta nueva etapa en prisión coincidió en el penal de Ocaña con el que, transcurridos los años, llegaría a ser presidente del Partido Socialista: Ramón Rubial.
En 1948, ya en libertad, pasó a Francia y, establecido en París, fue secretario general del PSOE y de la UGT, participando, años después, activamente, como miembro del Comité Nacional del PSOE en el congreso de Suresnes (1974) que aupó a un joven Felipe González a la secretaría general del Partido. Tras la muerte del dictador, regresó a España en 1977, falleciendo en Madrid el 19 de diciembre de 1984.
Conmemorando el centenario del nacimiento de Ramón Hernández Delgado lo hacemos de un idealista, un resistente y, al mismo tiempo, un superviviente que, desde los dieciocho años, no dudó en anteponer sus principios éticos y morales, cuya defensa a ultranza le acarrearon no pocos contratiempos y dificultades, a otras comodidades y servidumbres. Y como él, toda una generación de luchadores que dieron lo mejor de ellos mismos, pagando algunos incluso con la vida, en la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria.
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