03.10.2010 - HOY - LUIS COSTILLO PEREDA
El 11 de septiembre se celebró la primera 'Noche en blanco' pacense. Esta ocurrencia municipal, importada como tantas otras, proyecta luz sobre las sospechas acerca de las gentilezas y mimos de nuestros gestores respecto al Casco Antiguo, un campo de operaciones donde se llevan a cabo hechos muy beneficiosos; dejando a un lado la cuestión inmobiliaria. Por una parte, la atención general es alejada de la realidad; una vez pasado el espejismo del Mundial: aquí no pasa nada o casi nada. Por otra parte, la ceremonia del éxito brillantemente corroborada por el cómputo borroso de los números, cantidad estimada de visitantes para la Administración local y cantidad muy estimada de euros para el gremio rey del barrio. La consecuencia de estas celebraciones, a todas luces concertadas por las dos partes interesadas, al menos a la hora de recoger los frutos, son ya conocidas. La acumulación frente a la selección, la hueca abundancia frente al criterio juicioso; el visitante se ve abrumado por la amplitud de la oferta, a la vez que se siente agradecido por la ilusoria posibilidad de elegir, como inmerso en una recreación de la libertad que nos ofrecen nuestros dirigentes y sus socios. Intereses políticos y empresariales camuflados como auténticos deseos de educar o liberar a los ciudadanos a través del arte, la historia, la música y demás parafernalia. Se trata de controlar y dirigir la ociosidad de las personas, explotando su actitud expectante y abierta, en busca de beneficios privados y electorales. La degradación cultural se disfraza de ocio cultural. Poco se puede gozar, discernir y, aún menos, opinar de aquello que la oscuridad y la masificación impiden ver con claridad.
Parar y pensar....
Hace 6 días
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